Cuando empezó la música, nos abrimos paso hacia el costado para irnos. Mi madre nos esperaba a almorzar en su casa. Nos dirigimos hacia la izquierda del escenario, del lado de calle Bandera. Era alrededor de las 13:30. A los pocos pasos vimos que en esa calle, cerca de San Pablo, había enfrentamientos y los guanacos tiraban agua. Nos quedamos asombrados por la tremenda violencia. Contrastaba tanto con el acto que continuaba a pocos pasos detrás nuestro antes miles y miles de pacíficos manifestantes que cantaban y bailaban en ese momento al son de la música de un grupo cumbiero. En la calle Bandera era la guerra. Los guanacos atacaban. Volaban piedras y otros objetos. Algunos jóvenes intentaban derrumbar postes o rompían anuncios y letreros. Nos quedamos parados atónitos, mirando. Estuvimos tal vez dos minutos. De repente, y antes de que alcanzáramos a reaccionar, avanzaron los guanacos desde San Pablo y aparecieron decenas de pacos corriendo, a la caza de los muchachos. Algunos disparaban. Fue la desbandada. No atinamos a movernos rápidamente. Mi hija sacaba fotos.

Súbitamente, mi compañero dió un grito ahogado llevándose la mano a la cara. Acababa sufrir el impacto de un balín en el ojo derecho. De ahi adelante fue la locura.

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El policía en el momento en que dispara ...

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La solicitud de varios jóvenes de la Fech nos permitió protegernos de la batalla campal bajo el escenario, en donde le prodigaron a mi compañero los primeros auxilios. Después de un periplo caótico, sin posibilidad de ambulancia, al parecer por la imposibilidad de acceso al lugar, un expedito y paciente muchacho, Vladimir, nos llevó hasta el servicio de urgencia del Hospital El Salvador. Prefiero no referirme por ahora a ese nuevo periplo para lograr que fuera atendido, lo que fue posible sobre todo por la ayuda de un amabilísimo auxiliar ¡ No le preguntamos su nombre ! que casi volaba empujando la silla de ruedas llevando a mi compañero en las múltiples idas y venidas por los pasillos y patios del hospital de un servicio a otro y que nos acompañó toda la tarde.

Enrique quedó internado, será operado de urgencia mañana. Hay riesgos de que pierda el ojo. Estamos aun bajo el choc. Duele hondo esta cruel realidad.

A la sala de espera de la UTO (Unidad trauma ocular) llegó un muchacho con lo mismo, en muy mal estado, el balín le había impactado fuertemente en el área del ojo. Estaba mal.
Estamos tristes, pero sobre todo, muy choqueados, encolerizados, enrabiados ¿Hasta cuándo se aguanta la brutalidad de las fuerzas policiales ? Su intervención engendra un círculo vicioso de violencia... No se ven los límites.

Condenamos categóricamente esta escalada de desquicio, de abuso de poder, de brutalidad extrema de carabineros.
Denunciamos esta agresión. Exigimos justicia.

Isabel Orellana

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P.S. Dos fotos tomadas por mi hija Amelia Orellana-Côté, una, del carabinero que disparó y otra, cuando nos atendían los muchachos de la Fech, bajo el escenario.

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Isabel Orellana, Professeure


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