Revista de prensa [ 29 abril 2013 ]
Parlamentarios lanzan duras críticas a la violencia desatada de Carabineros. Informe revela que existen "elementos que no van con los derechos humanos" - Cambio 21
Dénonciation de la répression des forces policières : du Québec au Chili - Coop Média de Montréal. Canada
Duras críticas al ministro Chadwick realizan afectados por balines durante marcha estudiantil - Radio Bio-Bio
Chile. Carabineros con balines de pintura - Página 12. Argentina
Chile. Carabineiros usam balas de borracha com marcadores de tinta - Unisinos, Brasil
Violencia policial - Radio Nuevo Mundo
Suspenden uso de balines con pintura en manifestaciones - CNN
Interrumpe policía chilena disparos con balines de pintura en marchas - Prensa Latina, Cuba
Colegio Médico llamó al Gobierno a suspender uso de balines en marchas - Radio Cooperativa
Polémica por balines de paintball de Carabineros - Televisión Nacional
Chile: Education Minister Beyer impeached - PulsAmérica
La marca de un cuestionado procedimiento: Crearán registro especial de heridos por balines de pintura - El Dínamo
Comentarios
Estimad@s, les comento que me llamó un pescador artesanal de la octava región, Luis Alberto Lincolao. Él perdió la visión hace diez años producto de un balín de goma. Quedó completamente ciego. Tiene toda información, incluso del Carabinero que disparó. Estuvo diez años trabajando con IDDHH de su región y no lo pudieron ayudar.
Me llamó un poco desesperado y suplica por ayuda. Además no cuenta con los recursos necesarios para costear un abogado. Sin embargo, dijo que cualquier cosa, él venía a Santiago.
Sería bueno que extendiéramos la demanda a regiones, puesto que la problemática no es solamente en Santiago.
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Saludos!!!
Un artículo de mucho interés, aparecido esta semana en el diario "Público", España ...
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Resistir al miedo, golpear juntos
Gerardo Pisarello y Jaume Asens
Juristas y autores del libro ‘No hay derecho (s): la ilegalidad del poder en tiempos de crisis’ (Ed. Icaria, 2012)
Llevamos casi cinco años conviviendo con un capitalismo desbocado que no acepta límites. Que avanza sin pudor y aspira a mercantilizarlo todo. La vivienda, la sanidad, la educación, el espacio público, las relaciones afectivas. Para avanzar, este proceso necesita quebrar la autonomía individual y colectiva. Aislar a las personas y reducirlas a la servidumbre, a la impotencia. El consumismo dirigido, la alienación programada, son eso: figuras de la impotencia. La otra es el miedo. A ser desahuciado, a perder un empleo, a no poder pagar las deudas, a ser multado en el metro, a ser expulsado por no tener papeles, a ser detenido en una manifestación o en una ocupación. El individualismo, el miedo, la servidumbre voluntaria e involuntaria, son formas de impotencia que se dan la mano. Todas están en la base de la deudocracia.
Esta historia, desde luego, no es nueva. La deudocracia es hija del neoliberalismo. Y este del afán capitalista de soltar amarras. De librarse de las ataduras impuestas por las luchas y resistencias populares. Tras el hundimiento del socialismo irreal, lo sabemos, la bestia no quiere bozal. No tolera los límites jurídicos, los derechos, las leyes. A menos, claro, que sean sus propias leyes. Las que benefician a los bancos, a los grandes evasores fiscales, a la oscura trama de la cleptocracia. Esas leyes, sí. Las que aseguran la “culpabilidad de las sardinas” y la “impunidad de los tiburones”, como decía la gran Rosa Luxemburg. Lo otro, los derechos humanos, son un incordio. Una atadura inaceptable. Da igual que se trate de los derechos sociales y ambientales que de los civiles y políticos. La bestia no quiere bozal, ni críticas, ni protestas que se le vayan de las manos. Solo consumidores dóciles y atemorizados. Puede aprobar sin inmutarse normas indecentes que dejan a miles de personas sin trabajo, sin casa y sin futuro. Pero ladra indignada contra un piquete sindical o contra las pegatinas de un escrache. Así, mientras estrangula el Estado social, mientras liquida los bienes comunes, monta el Estado penal, la excepcionalidad punitiva, la vigilancia continua.
La ciudad vigilada, la ciudad del miedo, está en el núcleo de la barbarie neoliberal. Prácticas de disciplina que traspasan los muros de la prisión y se extienden por la metrópolis.
Escáneres en los aeropuertos, huellas digitales, registro de datos en la red, cámaras de vigilancia, seguridad privada en parques y plazas. “La policía en todas partes, la justicia en ninguna” como escribía Víctor Hugo en el siglo XIX. Una especie de guerra de baja intensidad que no se libra en las trincheras sino en los supermercados, en los parques, en el metro, en los sofás de las casas. Una guerra que levanta muros, fronteras y que convierte la ciudad en un gran panóptico en el que todos somos reclusos y guardias. Atentos vigilantes del vecino, convertido en una amenaza. Y junto a esa represión velada, aceptada de manera casi voluntaria, la otra. La represión pura y dura contra los excluidos y contra los disidentes. Huelguistas, activistas sociales, trabajadoras sexuales, graffiteros, mendigos, migrantes sin papeles, jóvenes sin futuro. Todos en el punto de mira de las ordenanzas del civismo, convertidas en auténtica constitución de la ciudad. Todos en el punto de mira de unos códigos penales que se endurecen a medida que aumentan la desigualdad y la resistencia.
La criminalización de la protesta, de la disidencia, tampoco es nueva. Pero se acelera cuando la resistencia crece. Se vio con la irrupción del 15-M, con las huelgas generales, con el rodeo al Parlament de Catalunya, con el 25-S. Primero, el paternalismo condescendiente, la zanahoria. Luego, el palo, el rostro torvo de los gobiernos market friendly. A medida que las políticas de austeridad se han ido intensificando, las derechas y sus cómplices han rivalizado en iniciativas represivas. Hoy, mayor contundencia policial y judicial. Mañana, restricciones al derecho de reunión, prohibición de ocultar el rostro en las manifestaciones y designación de fiscales especializados en “guerrilla urbana”. Más tarde, apertura de sitios en Internet para que los “ciudadanos” puedan delatar a los “antisistema”, ampliación de conductas constitutivas de atentado contra la autoridad, asimilación de las protestas a conductas terroristas o prototerroristas, monitorización policial de las redes sociales.
Es el derecho penal del enemigo. El que no tiene empacho en ir “más allá de la ley”, como decía el consejero catalán Puig. O en recurrir a la “ingeniería jurídica” si hay que quitarse de encima alguna garantía incómoda, como declara el ministro Fernández Díaz. Es el no derecho. El que criminaliza a cualquiera que ose levantar la voz. El que expulsa de las plazas a los indignados, el que trata como “ratas” a los huelguistas y como “nazis” a los desahuciados. Y junto a él, el derecho penal de los amigos. El que se pone al servicio del poder y mira hacia otro lado cuando hay fraude fiscal, el que indulta a los grandes banqueros y promueve o absuelve la violencia policial. Tampoco aquí la originalidad es absoluta. La violencia punitiva del Estado siempre ha encontrado sus enemigos. Y cuando no, los ha inventado. La inquisición persiguió a las campesinas despojadas de sus tierras acusándolas de brujas. Las clases propietarias persiguieron a los obreros acusándolos de degenerados, de hienas, de chusma, de vagos. Vistos con dimensión histórica, calificativos como perro-flautas o terroristas son variantes, a menudo, de un odio lejano. El que lleva implícita la demofobia, el odio clasista (e incluso racista) de los poderosos a quienes pueden poner en peligro sus privilegios.
Llevamos años, décadas, conviviendo con un capitalismo sin complejos que pretende reducirlo todo a simple mercancía, a beneficio inmediato. Su avance ha dado lugar a múltiples formas de barbarie. Aumento de la pobreza, depresiones, suicidios, centros de internamiento, brotes xenófobos. Pero también está generando, en su afán totalizador, inéditos espacios de solidaridad, de resistencia. Un día es la PAH, el gesto digno de quienes ponen el cuerpo para parar desalojos. Otro, las movilizaciones contra la privatización del agua, las huelgas, las decenas de iniciativas cooperativas, anticapitalistas, que surgen aquí y allá. Después del diluvio neoliberal, estas iniciativas pueden parecer modestas. Pero están consiguiendo el que parecía imposible. Que la clase política que ha gestionado la deudocracia, la cleptocracia, esté más deslegitimada que nunca. Que el régimen bipartidista y monárquico heredado del franquismo y hoy rendido a la troika comience a aparecer como un lastre insoportable. Esta deslegitimación puede, claro, traducirse en resignación, en abandono. Pero puede alimentar, ya lo está haciendo, reacciones de indignación que muten en luchas por la dignidad, por la constitución de algo nuevo. Que eso ocurra no depende de ninguna ley divina. Depende de nosotros. Porque lo que no ha sucedido nunca –como escribió Schiller– no envejece. Sigue allí para quien tenga la capacidad de rescatar del olvido las luchas y los sueños de quienes nos precedieron. Y para alimentar, con esa memoria, nuestras propias razones para estar y golpear juntos. Contra el miedo, y por la libertad.
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http://ick.li/JR8PZg
cariños muchos Isabel y anda contándonos como evoluciona...adelante a seguir denunciando...
M. Estela ORTIZ R.
Habla menor herido gravemente en un ojo por paintball de Carabineros
por Daniel Labbé Yáñez
El pasado 28 de marzo en Santiago, mientras participaba en la primera marcha estudiantil convocada por la ACES y las universidades privadas, Luis, un menor de 15 años, recibió de lleno en su ojo derecho una munición de paintball disparada por un funcionario de Carabineros. “Tiene un compromiso de la visión de cerca de un 100%, con un hifema, que es un sangramiento grave en el globo ocular”, nos explicó Tomás Ramírez, abogado que hoy presentó una querella en el Sexto Juzgado de Garantía de Santiago contra quienes resulten responsables de este hecho, por el delito de lesiones graves gravísimas.
“Lo primero que buscamos es una reponsabilidad penal, de la persona que disparó; la segunda es una responsabilidad institucional, que es de Carabineros por utilizar este tipo de armamentos, que es tremendamente peligroso; y en tercer lugar hay una responsabilidad política, en el sentido de permitir que se realicen este tipo de actividades por parte de Carabineros, a la hora de pretender controlar el orden público”, detalló Ramírez.
Abogado Tomás Ramírez junto a Luis. Foto Daniel Labbé, ciudadinvisible.cl
Abogado Tomás Ramírez junto a Luis. Foto Daniel Labbé, www.ciudadinvisible.cl
Luis nos cuenta que aquel día fueron los mismos carabineros quienes los obligaron a entrar al campus de la USACH. “Estábamos luchando por nuestros derechos y en ese acto me llega un balín en el ojo… sentí la pura explosión en el ojo”, recuerda. El menor fue trasladado por dos estudiantes al hospital San Juan de Dios, siendo derivado luego al Del Salvador. Tras una semana con controles y medicamentos, el jueves pasado fue operado. “Me dijeron que la recuperación iba a ser demasiado lenta porque se destruyó gran parte de la iris”, explica Luis.
“Esto se trata exclusivamente de violencia policial, destinada a generar este tipo de efectos en los manifestantes y, por lo tanto, amedrentarlos”, asegura el abogado. Por tenue que sea, la luz del día afecta a Luis y lo obliga a cerrar constantemente su ojo dañado, por el que prácticamente no ve. Hoy tiene miedo de ir a una marcha y no es para menos. Ese temor, por cierto, es precisamente el resultado que busca este tipo de represión.
¿Cómo te ha afectado esto emocionalmente, cómo estás de ánimo?
Yo me arrepiento de haber ido a la marcha. Después de la operación me dijeron que después de un buen tiempo voy a poder ver algo, pero no me dieron un gran aliento, porque me dijeron que iba a poder ver algo.
¿Y tu familia, cómo está?
Yo vivo con mi abuela -mi mamá no está conmigo y mi papá tampoco- y a ella más le ha afectado, ella llora todos los días.
¿Participas de las movilizaciones desde el 2011?
No, hace como dos meses que estaba empezando a ir a las marchas, antes jamás había ido a una, pero ya he ido como a cuatro.
¿Qué te motivo esta vez a ir?
Mis compañeros me contactaron por Facebook, para ir a luchar por nuestros derechos. Los aranceles de las universidades están a lo lejos, y si hoy aprendes una profesión y te recibes, terminas pagando cuánto… 20 millones y quedas endeudado toda tu vida. Se nota mucho el lucro y decidimos luchar por eso, por nuestro derecho, porque la educación es un derecho, no un negocio, que es lo principal.
¿Irías nuevamente a una?
No.
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Ciudad Invisible - 16/04/2013 - http://ick.li/JZLJL2